El oso pardo (Ursus arctos) es una especie de mamífero carnívoro de la familia de los úrsidos propio de Eurasia y Norteamérica.
Es un habitante característico de los bosques maduros de Europa, Asia templada y América del Norte. En este vasto territorio aparece bajo cierto número de subespecies, que se diferencian unas de otras por la coloración y el tamaño, hasta tal punto que antiguamente se les consideraba como especies autónomas. Podemos citar, por ejemplo, a los grandes grizzlys (Ursus arctos horribilis) y el Kodiak (Ursus arctos middendorffi); este último es la raza de mayor tamaño.
Su longevidad es de 25 - 30 años (máximos conocidos de 34 años en estado silvestre y 47 en cautividad). Tiene una longitud corporal que varía de 1,50 - 2,95 m, dependiendo de la subespecie, y una altura en la cruz de hasta 1,30 m. Su peso también varía, desde los 100 hasta los 675 kg. El color es muy variable de un individuo a otro. Puede variar entre el marrón muy oscuro y el dorado claro, pasando por diversas gamas de grises. Las crías suelen presentar un collar blanquecino más o menos amplio alrededor del cuello, marca que habitualmente desaparece a partir de la primera muda al año de edad, pero puede quedar algún resto en los adultos. El pelaje se renueva una vez al año, en la época estival. La visión no la tiene muy desarrollada; comparada con otros sentidos, aunque sí puede ver en color durante la noche. A larga distancia reconocen formas pero no detalles, y detectan mucho mejor animales u objetos en movimiento que inmóviles.
Son plantígrados. En algunas situaciones desfavorables pueden erguirse sobre sus patas traseras para aumentar su campo de visión. Su oído es extremadamente agudo y desarrollado al igual que el olfato, que es excelente, finísimo y, sin duda, su sentido más desarrollado y el que más les ayuda en su vida cotidiana. Gracias a él pueden detectar a larga distancia muchas de sus fuentes de alimento y también el estado sexual de otros ejemplares durante la época de celo. Sus mandíbulas tienen 4 caninos o colmillos, puntiagudos y robustos como los de otros carnívoros. Sin embargo, la presencia de incisivos aptos para cortar hierba y tallos, y de molares amplios y aplanados capaces de triturar alimentos de origen vegetal, hacen que la dentadura de este carnívoro esté perfectamente adaptada a un régimen omnívoro.